La educación hace la diferencia
La segunda mitad del siglo pasado, Japón surgió como una potencia mundial para asombro de millones de personas que atestiguaron cómo el tesón, la organización y la disciplina pueden levantar a un pueblo de la devastación. Una de las personas que se admiró de la capacidad de los japoneses fue un estudiante de El Mexe, para quien la cultura nipona se convirtió en la meta de sus empeños académicos.
Originario de San Juan Tepe, el niño Cresenciano Hernández Isidro fue un destacado alumno a quien verdaderamente le gustaba la escuela. Al terminar la secundaria, el joven Hernández Isidro no tuvo más opción que entrar a la Escuela Normal Rural El Mexe, institución que hoy despierta en él una grata nostalgia que su mirada no oculta, pues lo formó en la profesión que le apasiona. A pesar de ello, Cresenciano intuye que si hubiera contado con otras opciones su historia sería otra.
Para fortuna de muchos, con el Japón como meta y una primera encomienda docente en Huatepango, municipio de Chapulhuacán, el profesor Cresenciano egresó de El Mexe y no de otro lugar. Su ímpetu por especializarse en la enseñanza de idiomas, su interés por explorar una cultura completamente distinta y un notable afán aventurero hicieron que el profesor consiguiera los medios para estudiar en el oriente la Maestría en lenguas extranjeras
Para cuando el maestro en leguas Cresenciano Hernández concluyó estudios en Japón, el mundo ya era su casa. Decidido a aprender más idiomas, eligió el francés como siguiente lengua y Francia como aula interactiva. En el país galo, realizó una estancia como asistente de idioma.
La formación de Cresenciano el políglota seguramente no se detendrá en este punto. Él está ya en una dinámica imparable de aprendizaje; de contacto con la aldea global que es este planeta Tierra. Esta dinámica inició, lo recuerda bien, en el internado de El Mexe, donde entró jovencito y salió profesor, donde entró local y salió con el ambicioso y realista sueño de convertirse en global.
El valor de enseñar
Los sueños que albergó el estudiante Cresenciano Hernández fueron en realidad grandes. Las metas que el profesionista se ha trazado son congruentes. Decidido a ejercer su profesión y a compartir los hábitos de disciplina y respeto que adquirió en Japón, el maestro Cresenciano planteó un proyecto de enseñanza del idioma inglés en su comunidad, cuyo fundamento era que un hablante de ese idioma como lengua materna residiera en el mismo San Juan Tepa.
Llevó su propuesta a las oficinas de la SEP en la ciudad de México, e hizo las gestiones necesarias para que la dependencia federal autorizara un asistente de idioma londinense. Así llegó Alister Rankin a trabajar en San Juan Tepa durante un año. Los niños que tomaron clase con él perdieron miedo al idioma. Recuerda Cresenciano que en ocasiones lo saludaban diciéndole “two, two”, mientras hacían con la mano una seña que puede ser un dos, pero también una V de la victoria o un signo de amor y paz.
A pesar de tener agua cada tercer día, de que su primera noche en el pueblo no tuvo luz, y de la carencia de algunas comodidades que en Londres sí tiene, Alister regresó a casa muy feliz, y los niños de San Juan Tepa no volvieron a tener un maestro nativo de la lengua. Con él se acabó el programa porque el maestro Cresenciano ya había conseguido una buena plaza como docente en Estados Unidos, y nadie más quiso enfrentar la responsabilidad de hospedar a un extranjero.
Pero Hernández Isidro no pretendía dejar el programa e irse sin más, antes bien acudió a la secretaría de educación estatal donde presentó el proyecto para su adopción como programa gubernamental, con lo cual se garantizaría su continuidad. En la SEPH lo recibieron un día, les pareció que su proyecto era magnífico y le pidieron que regresara… pero después de eso nadie volvió a atenderlo.
Líder comunitario
Además de haber llevado a Rankin a San Juan Tepa, el maestro Hernández se convirtió en un líder social dinámico y creativo. En este rubro, ha organizado diversas convivencias, la más entrañable quizás entre japoneses y chicos de su pueblo; asimismo, ha encabezado múltiples eventos culturales, como un concurso de altares para el cual recibieron apoyo de la entonces comisionada para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, Xóchitl Gálvez.
Vecinos y amigos de Cresenciano Hernández en el Valle del Mezquital reconocen que no es cosa chica que alguien que salió casi niño de casa para estudiar regrese con tanto mundo, con tantas lenguas. Allá lo respetan con admiración y anhelan verlo en un regreso definitivo. El maestro, con lo mejor que tiene de niño, también desea regresar, pero no lo hará hasta saber que será fructífera su llegada. No es malinchismo lo suyo, si ama a su pueblo, lo que sucede es que un hombre con su capacidad e ímpetu, con su preparación y dinamismo, debe estar donde tanto mundo, tantas lenguas, sean aprovechados.
Hasta ese día, él regresa a Hidalgo sólo en ocasiones importantes, como lo es una elección a gobernador con posibilidad de cambiar el sistema.
No hay comentarios:
Publicar un comentario